lunes, 19 de enero de 2009

-Un solo misterio el de las personas y de los objetos.
-Filmación. Nada en lo inesperado que secretamente tú no esperaras.
-Escarba en el mismo lugar. No te escurras fuera. Doble, triple fondo de las cosas.
-Asegúrate de haber agotado todo lo que se comunica por medio de la inmovilidad y el silencio.
-Tu imaginación apuntará menos a los acontecimientos que a los sentimientos, queriendo siempre que éstos sean lo más documentales posible.
-Filmación. Colocarse en un estado de ignorancia y de curiosidad intensas, y no obstante ver las cosas antes.
-No filmar para ilustrar una tesis o para mostrar a hombres o mujeres limitados a su aspecto externo, sino para descubrir la materia de la que están hechos. Alcanzar ese “corazón” que no se deja atrapar ni por la poesía, ni por la filosofía, ni por la dramaturgia. Retoque de lo real con lo real.
-Cuando un solo violín basta, no emplear dos.
-Un conjunto de buenas imágenes puede ser detestable.
-Nada de música de acompañamiento, de sostén o de refuerzo. Absolutamente nada de música. (Salvo, por supuesto, la música interpretada por instrumentos visibles)
-Es preciso que los ruidos se conviertan en música. La imagen no tiene un valor absoluto. Imágenes y sonidos deberán su valor y su poder sólo al uso que tú les asignes.
-Que sea la íntima unión de las imágenes la que las cargue de emoción.
-Dos personas que se miran a los ojos no ven sus ojos sino sus miradas. (¿Razón por la cual uno se equivoca sobre el color de los ojos?)
-Que los sentimientos causen los acontecimientos. No a la inversa. Las ideas, esconderlas, pero de manera que se las encuentre. La más importante será la más oculta.
-La facultad de aprovechar bien mis recursos disminuye cuando su número aumenta.
-Un sonido nunca debe acudir en auxilio de una imagen, ni una imagen en auxilio del sonido (...)
-La imagen y el sonido no tienen que prestarse ayuda, sino que han de trabajar cada uno a su vez por una suerte de relevo.

-Director, dirígete a ti mismo.

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